Diderot
había ido a cenar a casa de un hombre de estado llamado Jacques Necker. Ambos
se enzarzaron en una discusión en la cual Necker argumentó algo de una forma
aplastante para coronar una noche en la que resultaba ganador de cualquier
debate. Diderot no pudo contestar y cansado y humillado dejó el plato aun sin
terminar y se marchó. Hay que decir que las mansiones de la época tenían los
comedores en la planta noble, es decir, en la primera planta y fue al llegar al
final de la escalera que Diderot dio sin pretenderlo con la respuesta apropiada
¿vuelvo y esgrimo mi argumento? Se preguntó, ¡no! Ya era demasiado tarde.
¿A
quién no le ha ocurrido que en una discusión familiar o cena de navidad ha
discutido sobre algún tema? Y después de
atorarte, una vez que te has marchado y
has llegado al final de la escalera del portal de la casa de tu cuñado ¡zas! El
argumento llega a ti. A todos nos ha ocurrido ¿verdad? Más aun si tienes en
cuenta que tu cuñado sabe cuál es el mejor aceite del mercado para el coche, es
quién mejor hace la carne en la brasa, podría hacer campeón de liga al
Villacarrillo con sus conocimientos balonpedicos y por supuesto sabe donde
conseguir la mejor hipoteca al mejor interés sacándose una verborrea que a ti
te suena igual que si te recitaran los verbos irregulares en chino y además
sospechas que tu cuñado no tiene ni idea, porqué es ¡tu cuñado! El propio
Rousseau dijo de si mismo que él era un gran orador epistolar, podía
reflexionar lo que iba a decir por carta pero se quedaba en blanco y sin
argumentos frente a un buen orador y es que todos no controlamos la Mayeutica
socrática ni la oratoria sofista.
El
espíritu de la escalera es una expresión francesa, y también es un modo de
pensamiento difuso que se encuentra en la superficie de nuestra conciencia y no
lo hemos terminado de interiorizar.
Diderot
habla de esto en “La paradoja del comediante”
pero Diderot también revolucionó la novela del siglo XVIII, fue una de
las figuras más relevantes de la ilustración y su obra cumbre, su obra más
titánica la escribió “a pachas” con D’Alembert, ellos dos solitos reunieron
todos los conocimientos existentes en su época para transcribirlos en la
“Enciclopedia francesa”. Además Denis Diderot fue un ateo y un revolucionario
convencido que dejó escrito para los restos “El hombre solo será libre cuando
el último rey sea ahorcado con las tripas del último sacerdote”
Hay
varios libros escritos por psicólogos sobre este suceso, uno de los últimos y
muy completo lo encontramos de la pluma Amy Cuddy en el titulo “Presencia” Y la
próxima vez que discutas con tu cuñado ya sabrás porqué no puedes refutar nada
o puedes sacarle el tema de El espíritu de la escalera y hablarle de Diderot
pero… no subestime a tu cuñado, piensa que a sus ojos el cuñado eres tú.