Solón
fue uno de los 7 sabios de Grecia, inventó la democracia, fue gran legislador y
considerado el primer político.
En
cierta ocasión Solón fue invitado por Creso, rey de Lidia a su enorme y
precioso palacio y lo recibió con copiosas comidas y mucho vino. El rey,
pretencioso y ególatra como era comenzó a presumir de sus hijos, fuertes y
valientes soldados, de sus riquezas y de su pacifico pueblo sintiéndose el
hombre más afortunado del mundo. Durante la cena comenzó a tirar de la lengua a
Solón aunque este no decía lo que quería oír, así que le preguntó abiertamente
quién era el hombre más afortunado que había conocido a lo largo de sus muchos
viajes.
Solón
quedó en silencio durante unos minutos y reflexionó antes de nombrar a un tal
Telo, un hombre que vivió muchos años atrás en la ciudad de Atenas, un hombre
honesto que trabajó duro para dar una buena vida a sus hijos y una buena educación
y cuando estos crecieron se alistó al ejercito ateniense resultando vencedor en
multitud de batallas y luchando así por su tierra.
El
rey casi se atragantó con el relato. Entonces le dijo a Solón que no le hablase
de muertos, quería saber quién era el hombre más afortunado que había visto y
que permaneciera vivo. Pensando que a buen seguro lo señalaría a él.
Pero
para su sorpresa Solón le contó un nuevo relato de un tiempo pretérito. Contó que
tiempo atrás en Atenas hubo dos jóvenes, hijos de una sacerdotisa. Eran gente
muy humilde y no llegaron a tiempo los bueyes para llevar a su madre al templo,
ya que esta estaba impedida. Así que ambos chicos se echaron el carro a los
hombros como si de bueyes se tratara y arrastraron el carro con su madre hasta el
templo y cuidaron de ella hasta la muerte, y luego cuidaron de Atenas como
soldados.
El
rey se enfadó y le recriminó a Solón que no lo tuviera en cuenta, él era el
hombre más afortunado sobre la faz de la tierra. Querido rey Creso, dijo Solón,
nadie puede considerarse afortunado hasta el día de su muerte y hacer balance
de lo vivido ya que hasta tu último día de existencia podría ocurrir cualquier
cosa que cambie la situación. El rey se enfadó y Solón se marchó.
Años
después el rey conoció la desgracia más absoluta cuando su hijo primogénito
murió en batalla y al otro lado de la frontera, Ciro, el rey de Babilonia
llegaba a las puertas de su palacio arrasando todo a su paso apropiándose de
las riquezas del rey y de toda Lidia. Él fue arrestado. Los soldados hicieron una
cama de rastrojos y madera, lo colocaron, apaleado y ensangrentado y al prender
fuego a las antorchas, Creso gritó varias veces el nombre de Solón. Ciro detuvo
a sus soldados para preguntar al rey de Lidia porqué había gritado el nombre
del sabio y este tras negarse en principio acabó narrando el encuentro con
Solón años atrás y Ciro pensó profundamente en ello ¨Nadie puede saber si es
afortunado hasta que no llegue al final de su vida¨ y nos cuentan los
maravillosos textos griegos que Ciro lo dejó marchar actuando tal y como
quisiera que actuaran con él si su suerte cambiara.
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