EL EXPERIMENTO DE MILGRAM




Curioso que una gran parte de la población siente simpatía por policías, militares y otros oficios jerárquicos, incluso ven a los niños obedientes como buenos chicos y quieren obediencia en sus propios hijos ¿pero es buena  la obediencia? A otros muchos solo oír la palabra nos da escalofríos y esta pregunta se la hizo Stanley Milgram, un psicólogo neoyorquino que en 1961 comenzó a experimentar después de oír que el MOSSAD atrapaba al criminal de guerra Adolf Eichman al que condenaban a muerte en Jerusalén. La filósofa Hannah Arendt, que era judía y había vivido el holocausto en sus propias carnes decía que Eichman solo era un burócrata, sin más, alguien que solo obedecía y esta idea ya la trabajó en “La banalidad del mal” confesaba no ver maldad en los rostros de aquellos jóvenes carceleros alemanes, solo obedecían y esa opinión le valió muchas críticas.
Colocó carteles por las paradas de autobús de Florida buscando voluntarios para un experimento sobre la memoria en Yale y se le pagaría 4 dólares. Los voluntarios se presentaban y la cosa era simple, estaba el experimentador, el alumno y el profesor se sortearía, el alumno se sentaría con unos electrodos en las muñecas, enormes amplificadores con ruletas que indicaban los voltios. Pero había algo de trampa en aquello y es que al voluntario siempre le tocaría ser profesor, el alumno en realidad era un actor compinchado con el experimentador y los electrodos no llevaban electricidad. El alumno fallaría a conciencia para que el profesor siguiera aumentando el voltaje y probar a donde llegaban. Antes del experimento, Milgram había hecho cábalas con otros psicólogos y psiquiatras.
Llegados a un punto el actor fingía perder el conocimiento y los voluntarios agobiados declaraba su intención de dejar de subir el voltaje a lo que el experimentador decía “Siga por favor” La idea era ver hasta donde se puede llegar solo con la excusa que se obedece una orden. Tras empatizar con ese hombre que sufre descargas y su vida está en peligro ¿cuantos creéis que obedecieron las ordenes en contra de lo que les apetecía hacer como individuo? Milgram y su equipo quedaron escandalizados, un 60% siguieron subiendo el voltaje, a pesar de que era un experimentador al que no conocían de nada, que podían marcharse y 4 dólares de entonces hoy en día no serían ni 30€, no era una fortuna, imaginad si el mandatario es un dictador militar, un alto cargo del ejército o un cuerpo de policía.
Milgram dedujo que al obedecer la persona se sabe objeto, se sabe dominado por otro y eso tiene una cara que no es tan mala y es que solo obedece pero no se hace responsable de sus actos, aprieta el gatillo pero no mata. Los compañeros de Milgram acusaron que al hacerse en Yale, un ambiente muy competitivo puede ser que influenciara así que Stanley Milgram decidió hacer el experimento en otras ciudades y otros países con personas de diferentes clases sociales y principios y ¡Sorpresa! Rousseau se hubiera retorcido en su tumba, los resultados fueron empeorando y el nivel de obediencia era cada vez mayor.
Quizá ahora no creas que los hijos obedientes sea la mejor opción ¿verdad? Igual sería mejor enseñar a pensar de forma crítica. Y este tipo de experimentos nos dan una nueva lectura de los patriotismos y las banderas con los que tan a menudo las clases políticas de todo el mundo juegan y nos invita a repensar la autoridad y la obediencia. Y es que ser libre es una gran responsabilidad porqué supone no solo pensar por sí mismo, además responder por nuestros actos ¿Qué pensáis?


No hay comentarios:

Publicar un comentario

BREVE HISTORIA DE LA GUITARRA

  ¿Qué diferencia hay entre la guitarra clásica y la flamenca? ¿por qué las guitarras eléctricas no suenan todas igual? ¿se llama guitarra e...